Nina Ichikawa forma parte del CCOFPatronato de la Fundación.
Nina F. Ichikawa creció en el negocio familiar de viveros de flores del condado de Contra Costa, California. "Vi los retos de llevar un negocio agrícola familiar y también sus posibilidades y su belleza", dice. "Muchos clientes acudían a nosotros diciendo que ese árbol o ese arranque que les vendíamos proporcionaba alimento a generaciones". La Floristería y Vivero Adachi no sólo mantuvo a sus clientes, sino también a muchas generaciones de su familia: el negocio funcionó durante 112 años.
Ichikawa ha cultivado su interés por la intersección entre alimentación y medio ambiente desde sus primeros días de acampada y senderismo en la belleza salvaje del norte de California. De niña le molestaba que muchos de sus compañeros de la escuela pública no pudieran permitirse el almuerzo escolar o se avergonzaran de solicitarlo gratis. "Me obsesioné con resolver los problemas de nuestro sistema alimentario y celebrar al mismo tiempo lo que funciona", recuerda Nina. Estudió agricultura sostenible y sistemas alimentarios en la Universidad de Berkeley, así como en México y Japón. En Japón obtuvo su máster mientras aprendía de un grupo visionario de agricultores, investigadores y empresarios dedicados a crear empresas agrícolas y alimentarias que nutrieran a las personas y al suelo al mismo tiempo. "Lo orgánico parece ser el camino", afirma.
"Hace tiempo que respeto a CCOF y su visión 'donde lo orgánico es la norma'". afirma Ichikawa. "No deberíamos conformarnos con menos". Se familiarizó con CCOF en funciones anteriores en la Iniciativa "Conoce a tu agricultor, conoce tu alimento" del USDA (bajo la presidencia de Obama) y en el Berkeley Food Institute. "Mi respeto por el CCOF y su trabajo no ha hecho más que crecer. Lo orgánico es una base sobre la que podemos construir mucho, y me siento honrado de unirme a la junta y ayudar a avanzar en esta visión."
Ichikawa cree firmemente en la importancia de la agricultura orgánica. "Las pruebas son inequívocas de los daños de ciertos pesticidas, herbicidas y fungicidas en toda la vida: humana, animal y vegetal", afirma. "Esto animaba mi trabajo mucho antes de ser madre, pero ahora que tengo dos hijos sólo se hace más urgente. Todos los niños merecen crecer en un mundo donde su comida y su agua no les envenenen. No podemos esperar ni un minuto más para que lo orgánico se convierta en la norma. Lo orgánico es una de las inversiones más tangibles y productivas que podemos hacer en nuestro futuro colectivo. Me asombra la creatividad y dedicación de los agricultores y productores de alimentos, y espero poder aportar mi experiencia en política y comunicación para apoyar sus esfuerzos."